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Se escondió

Luna

La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas.

Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía.

Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo: sirve para encontrar a quien se ama, para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido, y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver.

Lleva siempre un frasquito del aire de la luna para cuando te ahogues, y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados.

Para los condenados a muerte y para los condenados a vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines

2 comentarios en “Se escondió”

  1. ¡Aaah! Me disculpo, pues tarde he visto que hasta abajo a la derecha has escrito «Jaime Sabines». Está un tanto separado del párrafo, quizás por eso escapó a mi vista en la primer leída.

    Sidd.

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